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Estados Unidos Estados Unidos · Raccoon City
Voto de Maldito Bastardo:
4
Thriller Tras formar parte de la banda "Los lioneses", que atracaron media Francia en los 70, Edmond Vidal, alias "Momon", vive ya retirado del mundo del crimen. Tras el nacimiento de su séptimo nieto, recibe la noticia de que su compañero Serge, con el que se inició en el mundo criminal y al que quiere como a un hermano, ha sido detenido después de burlar a la justicia durante trece años. La amistad y la lealtad hacen que Momon se plantee sacar ... [+]
4 de mayo de 2012
14 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Edmond Vidal, miembro de la banda criminal de los Lioneses, decidió contar su delictiva vida en un libro titulado ‘Pour une Poignee de Cerises’ (‘Por un puñado de cerezas’). Lo hizo para que sus hijos y nietos conocieran todo su pasado, pero no con un fin de exaltar y mitificar la violencia sino para escarbar en el lado existencial de las penurias frente a los supuestos éxitos. Una balanza tal vez equilibrada entre el amor y la prisión y puesta a prueba continuamente mediante la lealtad. “Les Lyonnais”, reconstruyendo sobre la anterior premisa una historia ficcionada, nos habla de esa nobleza y códigos del mundo del crimen y de los peligros que puede generar ser ciegamente fiel a los mismos. A Olivier Marchal siempre le ha interesado el mundo policial pero no había concedido la perspectiva, punto de vista y voz a los criminales a los que persiguió durante su etapa como miembro de la policía. Voz que se convierte en un discurso interesante cuando un delincuente como Edmond Vidal no tuvo sangre en sus manos.

“Les Lyonnais” habla sobre la amistad y el conflicto de ser arrastrado por la misma a la oscuridad que se pretende abandonar, una amistad estrecha y al mismo tiempo peligrosa. Los giros de guión son previsibles y la sensación es de estar en un boceto de una revisión de “Una historia de violencia” con gitanos, ralentís, flashbacks explicativos y secuencias de montaje emocionales y recurrentes. Da la sensación de que la historia cronológica ha sido dinamitada para pretender ser contemporánea y plenamente moderna. Se trata de dar forma dejando de lado lo interesante que podría proponer el fondo. Los flashbacks de una discoteca, celebrando el guateque en los momentos más dramáticos para mostrar visualmente el sentido del aprecio y afecto, me resultan discordantes y ridículos. Los títulos de la película, por ejemplo, son una especie de mezcla Grindhouse con “Cuéntame cómo pasó”, alejada del tono que busca el germen de la obra. Sin contar con esos coches limpios e inmaculados sacados de la exposición más cercana (y que al parecer los atracadores cuidaban más que las chabolas donde vivían… ¡rodeadas de barro!) que restan credibilidad, por asombrosa pulcritud frente a esa estética de fotogramas dañados de sus créditos, a la recreación de tiempos pasados.

La película nos habla de tiempos en los que la palabra valía sobre los negocios sucios y oscuros en los que solamente contaba y cuenta el dinero. Las personas se superponen a la causa y Olivier Marchal quiere ahondar en la humanidad que puede desplegar una situación tremendista y criminal. Aparte de que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, otra cuestión es claramente moral: ¿un criminal con las manos sucias por asesinar a sangre fría a otros asesinos y limpias por no liquidar a ningún inocente sigue siendo un criminal?
Maldito Bastardo
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