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Estados Unidos Estados Unidos · Raccoon City
Voto de Maldito Bastardo:
7
Drama. Comedia Matt King (George Clooney), casado y padre de dos niñas, se ve obligado a replantearse la vida cuando su mujer sufre un terrible accidente que la deja en coma. Intenta torpemente recomponer la relación con sus problemáticas hijas -la precoz Scottie, de 10 años (Amara Miller), y la rebelde Alexandra, de 17 (Shailene Woodley)- al tiempo que se enfrenta a la difícil decisión de vender las propiedades de la familia. Herederos de la realeza ... [+]
15 de enero de 2012
87 de 111 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Cómo poder hacer un drama en Hawai con personajes que van descalzos, semidesnudos, lucen bermudas y, sobre todo, llevan unas horribles y chillonas camisas hawaianas? La respuesta está en la tentación de hacer una comedia dramática utilizando la puesta en escena y el ukelele por bandera. Algunos hablarán sobre la mejor interpretación de George Clooney, de ese nuevo descubrimiento para la gran pantalla llamado Shailene Woodley, del magnífico libreto de Payne, sus brillantes recursos de guión y pulidas líneas que hacen variar la obra entre la comedia y el drama en una perfecta balanza o del diálogo que podría establecer con la reciente “Génova” de Michael Winterbottom… Pero lo verdaderamente interesante de “Los descendientes” es que es capaz, contra pronóstico, de tantear y bordear con muchos temas cercanos a un telefilme barato y de esencia superficial y sentimentaloide saliendo indemne. La misma tragedia es capaz de convertirse tanto en un elemento cómico como dramático. Pura ambivalencia.

Tal vez esa trama secundaria sobre unos terrenos familiares resulte artificial, moralista y, en cierta medida, desoriente la película de su visión intimista. El resto funciona a la perfección. Hay trucos, pero son expuestos anticipadamente. Existen clichés, pero son presentados previamente. Pero, sobre todo, vive una sombra silenciosa a lo largo de toda la película, como si de un alargado final de “Ordet” tomara cuerpo después de un prólogo que nos permite ver el éxtasis de la vida que será arrebatada. Sin palabras. El cadáver de Inger está vivo pero muerto al mismo tiempo y la asimilación de su partida y el perdón de todos sus seres cercanos en su lecho de muerte corresponderá a la práctica totalidad de la obra. No hay resurrección, ni flashback, ni pasaje onírico… salvo su paso al definitivo fuera de campo… a nuestra cuarta pared como espectadores; porque aquí precisamente un cuerpo inerte y silencioso se convierte en la sombra de todas las acciones que llevan a cabo los protagonistas. El eterno muro sobre el que otros chocan y donde logran revocar su lamento. En definitiva, la presencia de la ausencia.
Maldito Bastardo
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