Deja en aire si es una paranoia onírica fantasiosa post mortem con toques lynchianos (esas llamadas de teléfono que abren y cierran el ciclo) o una extravagancia oriental tarantinista de serie b.

“Ruang talok 69” aporta su humor absurdo planeando sobre su violencia aunque los medios limitados producen que la cutrez se apodere en forma de mercromina hemoglobínica e interpretaciones de los secundarios patéticas.
Se le puede perdonar que esté hecha con 10 perras o 4 baths. Lo que no me convence en absoluto es que Pen-Ek Ratanaruang tenía material para realizar un relato surreal macabro: todo aquel que entra en ese “mini piso” sale por con los pies por delante o dentro de un cajón. Pero decide apuntar hacía “Torrente” o la apología del absurdo casposo con esos mafiosos cafres de risa.
A la película le salvan (por momentos) sus golpes de humor, licuaciones de plátanos y algunos instantes que no son para nada previsibles, aunque el resultado final es demasiado irregular. Una pregunta: ¿tan fácil es entrar sin llaves en un piso de Tailandia?

Y una cosa más: odio las puñaladas cutres y letales a lo “Testigo de cargo” en los sobaquillos o parte baja del abdomen salvo si las propina Jason o un psycho killer cualificado.