Su número le trajo todo lo contrario a mala suerte: Venecia 2005 lo encumbró como mejor director novel y premios en Sundance y diversos festivales.
Aparentemente no hay señas de los errores habituales de las óperas primas pero ha aparecido uno realmente peligroso: la sombra del remake americano.

La biografía del director de “13 Tzameti” le delata: sus referentes son las grandes películas del cine soviético en blanco y negro, completamente mudas, que visionó en los cines de Tiflis gracias a su padre, el también director Temur Babluani.
Tal vez descubriese imágenes contundentes, la fuerza de ese montaje imperecedero y en algún lugar de su memoria han quedado para esculpir esos momentos brillantes de su película. La historia de una carta teñida de horror encerrado que acaba liberado, de un héroe por accidente donde el dinero acaba siendo el único resquicio para atraer como un imán a un ser que lo tenía todo perdido antes de empezar su peculiar partida. ¿Nos hablará de la inmigración Géla Babluani en un subtexto?

Tan reveladora como finalmente fría. No es que tarde en arrancar es que simplemente quiera explicar demasiado no dejando las cosas en la imaginación del espectador. Géla Babluani merece elogios pero también reparos: paralela y mucho más inteligente a “Hostel” afronta el tema de la violencia en un joven del mismo modo que “La matanza de Texas”, el slasher, o giallio…Pero de manera más oscura, más creíble y obviamente del que nadie saldrá igual.
Posiblemente existan también paralelismos en la vida de Gela cuando su padre Temur le envió junto con sus hermanos lo más alejados posible de la violencia que se vivía en Georgia. Poco se sabe. Aunque hay mejor secretos que siempre deben permanecer encerrados en un sobre.