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Estados Unidos Estados Unidos · Raccoon City
Voto de Maldito Bastardo:
5
Documental Documental en 3D presentado en el Festival de Toronto 2010. Fue rodado en la cueva francesa de Chauvet, considerada como uno de los mayores tesoros de la humanidad: es una galería de arte natural con más de 400 pinturas rupestres de 32 mil años de antigüedad. (FILMAFFINITY)
27 de mayo de 2012
24 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un documental como “La cueva de los sueños olvidados” puede convertirse en el reflejo de su autor y al mismo tiempo proyectar su sombra en sus descubrimientos. Werner Herzog nos sitúa a su mismo nivel para ver, con todo lujo de detalles y en tres dimensiones, sus hallazgos dentro de la cueva de Chauvet gracias al permiso exclusivo que consiguió. Realmente nos desvela la otra cara del turismo ante los descubrimientos: ¿hasta qué punto debe ser un hallazgo arqueológico algo público? En el caso de las creaciones pictóricas más ancianas integradas y expuestas en su entorno natural únicamente quedaba una vía de conservación debido a sus condiciones especiales: la científica. Esa fosilización del instante llevó al cineasta a reflejar el interior en tres dimensiones para conseguir imitar sus sensaciones en su interior.

Herzog parece en cierta medida preocupado por hacer llegar al espectador el sentimiento de encontrarse en el interior de esa cueva milagrosa. Desea que ese milagro que sintió él sea revivido al otro lado de la pantalla. Lo prueba con todos los sentidos… El director reconoce que hizo su propio casting y se nota que quiere dejar su huella implícita. Parece querer buscar personajes que pudieran figurar y orbitar alrededor de toda su filmografía: un arqueólogo que tiempo atrás tuvo una vida como artista circense, un todo señor friqui vestido como un esquimal tocando una flauta de marfil y el himno americano, otro señor friqui que ejerce de nariz y que obviamente no huele a nada cuando le llevan allí (¿¡qué ‘narices’ iba a oler después 20.000 años!?), otro señor friqui haciendo su momento-homenaje a “Jackass” tirando una lanza (los caballos invisibles también mueren de risa) e incluso al propio Herzog mofándose en la cara del señor friqui anterior. Como ha podido observar la palabra (castellanizada) ‘friqui’ se repite anteriormente demasiado. Herzog parece buscar precisamente el contraste anterior: entre la profundidad, forma y fondo de la revelación y el misticismo con condimentos peculiares y humanos que puedan generar ciertas respuestas en los espectadores.

Y es que, desde ese ‘homo-espiritualis’ que se nos presenta hasta Mitch Buchannan y los pechos de esa nueva Venus de Willendorf llamada Pamela Anderson, la suma de contrastes es dispuesta por el propio Herzog. Incluso se atreve a visionar el futuro mediante la ciencia ficción a modo de epílogo: los cocodrilos albinos surgidos de la era nuclear dominarán el mundo y tal vez vean en DVD fosilizado y recuperado la silueta de Pamela Anderson en una playa con sus iris plateados. Queda el silencio… el silencio de estar en esa cueva, como si nosotros también fuéramos esas canonizadas imágenes. El silencio en una sala de cine (una representación con butacas de una cueva) es buen momento para recapitular, recapacitar y abstraerse… también para saber quién en la sala se ha quedado dormido y quién tomó su salida para no yacer nunca más allí.
Maldito Bastardo
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