Dos apuntes: Jason Statham va camino de convertirse en el nuevo chico duro del cine de acción y el cine francés ha demostrado sobradamente que ya es hoy por hoy una industria capaz de colar sus filmes en el box office con total impunidad.
La clave: realizar los mismos engendros y bodrietes en forma de superproducción a los que el mainstream americano nos tiene acostumbrados.

La continuación de la lamentable “Transporter” llega a extremos irrisorios de vergüenza ajena en forma de fantasmada de acción. ¿Se debió pensar Luc Besson que estaba haciendo la precuela de “El quinto elemento”? ¿Estaría viendo “El fuego de la venganza” y después se metería unos episodios de “El coche fantástico”?

El resultado y la respuesta es “The transporter 2”: una sucesión de fantasmadas imposibles donde toma bastante protagonismo un coche prácticamente indestructible y volador y un fantasma al volante que practica el celibato y es experto en realizar mil y una piruetas.
Intentar describir todas las excentricidades y espectaculares-idiotas-secuencias de esta película sería como contarle a un amigo la última partida entera de un videojuego de acción al que has jugado. O lo que es lo mismo, no contar prácticamente nada entre hostias y explosiones a ritmo de video clip.