Parece que “Rastro oculto” quiere seguir la escuela de “Saw” en su deseo por lo mórbido y destapar el tarro de las esencias en forma de advertencia sociológica. Pero tampoco se puede decir que sea una crítica ‘ácida’ a la sádica sociedad de consumo de violencia en los informativos y en internet. Hay acidez pero por el beneplácito de las muertes violentas.
Me recuerda a una viñeta de las ejecuciones retransmitidas a rebufo del escándalo con el pezón de Janet Jackson en la Super Bowl de 2004. En la misma parodia se retransmitía una ejecución por pago por visión… pero los responsables del evento iban a retransmitir la misma con un retraso de varios minutos por si la condenada a muerta mostraba un impúdico pezón al público antes de pasar a mejor vida.

Gracias a dios que en las películas americanas la condescendiente moralidad aplasta al villano y podemos salvaguardar nuestras vidas a cambio de la justicia. Puede que efectivamente nosotros somos los verdugos, los que encendemos el mando y la mecha de aquello que es oferta y demanda por repulsivo que sea. Y no hace falta ni ser boy scout, ni contar parpadeos, ni tener un jefe que no sepa de ip y servidores para darse cuenta de que el morbo vende y venderá… pero no en esta película desde luego.