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Estados Unidos Estados Unidos · Raccoon City
Voto de Maldito Bastardo:
7
Drama Joe -Joe Dallesandro- es un joven yonqui adicto a la heroína. Consciente de su belleza, vende su cuerpo para ganar el suficiente dinero que permita pagar el aborto de la amiga de su mujer. Desnudos frontales, sexo, drogas y mucha libertad de expresión en plenos años setenta se dan cita en esta famosa cinta apadrinada y producida por el rey de la cultura "pop" neoyorquina Andy Warhol. (FILMAFFINITY)
13 de diciembre de 2006
25 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Enfrentarse a la trilogía de Paul Morrissey compuesta por “Flesh” (1968), “Trash” (1970) y “Heat” (1972) puede suponer todo un reto para un espectador con un lastre de mucho peso llamado Andy Warhol, uno de los padres de los que algunos han acuñado con el término modernez.
Morrissey no resulta tan experimental, transgresor y odiable como los filmes de Warhol. Todo lo contrario, su cine realizado con cuatro perras (en ambos sentidos), un icono para la cultura gay (Joe Dallesandro), un retrato de la cultura underground y dosis desmesuradas de espontaneidad y amateurismo son fundamentales para entender gran parte del cine independiente posterior (sobre todo underground) y sirven de enlace con el movimiento Dogma.

Supongo que “Flesh” sería muy alternativa y molesta en su momento limitada a ciertos circuitos. El filme comienza con un plano secuencia fijo de Joe Dallesandro durmiendo que dura cerca de dos minutos, que no son nada comparables a uno de los atentados “artísticos” de Warhol. Una vez despierto se presentan las intenciones de Paul Morrissey: desnudo masculino frontal, media erección, toqueteos eróticos y una conversación donde Joe habla de conseguir dinero prostituyéndose para dárselo a la amante de su mujer y que pueda practicarse un aborto. La familia trash americana también tiene un pequeño vástago.

Con un montaje abrupto y una estética realista en plan documental underground, Morrisey dirige su mirada a seguir los encuentros con diferentes clientes de Joe para mostrar a esos personajes del “wild side” del que hablaba Lou Reed.
No hay imposturas, “Flesh” es un retrato del otro lado de la vanguardia y todo parece indicar que Paul Morrissey se burla más de esos yonquis, travestis, chaperos y su culto al cuerpo que pretender ser parte de su cultura. Él está al otro lado de la cámara registrando sus movimientos y acciones, su decadencia en forma de arte underground.

Aunque ahora mismo este cine no sorprenda ni escandalice, salvo ver el culo y pito de
Dallesandro para los más beatos, prefiero los filmes de Paul Morrissey a otras pretendidas y supuestas innovaciones cinematográficas que muchos entienden como evolución del cine de arte y ensayo.
En “Flesh” están reflejadas las metas del cine underground e independiente más trash y amateur, con todas sus virtudes e innumerables defectos.
Maldito Bastardo
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