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Estados Unidos Estados Unidos · Raccoon City
Voto de Maldito Bastardo:
7
Drama El 2 de diciembre del 2007, tres etarras asesinaron a dos guardias civiles (Fernando Trapero y Raúl Centeno) con los que casualmente se encontraron en una cafetería en Capbreton, en la región francesa de Las Landas. (FILMAFFINITY)
2 de mayo de 2011
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Conclusiones:

— La alusión del título, para muchos, fue el tiro en la cabeza al espectador…

— Obviamente el cine mayoritario y comercial suele ser indigno de los paneles de la crítica…

—…y el cine más experimental es indigno para el público mayoritario y asiduo del cine comercial.

—Si una cinta tiene un eslabón controvertido, político y/o social centrará gran parte del debate en el mismo. La película deja de existir como película y se empieza a ver como panfleto y/o burla mediática.

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El mar… Es el único plano tangible y libre… el resto es el retrato documentalista del horror arbitrado por la avant garde. Podría haber remarcado ese afán documentalista dando el protagonismo pero nunca da voz al villano. El villano hojea revistas que compramos, va a bares que visitamos, coge el transporte público, mea, come, caga y folla. Saca de un cajero. Pero no deja de ser un villano, de llevar una etiqueta que lo convierte automáticamente en un apestado, en un asesino, en un despreciable delincuente. Una etiqueta que le hemos puesto nosotros y también muchos ponen automáticamente a la película siguiendo una liturgia de demagogia moral.

Desde luego a la película se la puede criticar desde dos puntos de vista: el moral y el formal.

El moral por ‘dotar’ de humanidad a un terrorista aunque, claro, parece que los que critican a Rosales no leen la prensa: siempre que cogen a un comando, un etarra y, en definitiva, a un asesino los vecinos dicen: «no habíamos notado nada, eran normales»; frase que suele estar presente en la violencia de género.

El punto de vista formal por ser una película que busca soluciones narrativas y estilísticas propias del cineasta. Un modo documentalista y alejado completamente de esa realidad mediante teleobjetivos y la omisión del sonido para una historia realista y tristemente cotidiana. A Jaime Rosales le pasó con “La Soledad” exactamente algo parecido: el Goya fue un reconocimiento pero también supuso que un cine para ‘minorías’ se abriese a la ‘mayoría’ con lo que eso conlleva. Y conlleva, al parecer, el mismo odio que se tiene a los terroristas. Volvemos a las etiquetas y al odio por el odio. Tal vez ese espectador del futuro la entienda desde un prisma alejado del contexto que no le contamine moralmente y únicamente se deje guiar por la poesía que desencadenan los grandes planos que acompañan la película. Sí, porque para entender las virtudes de “Tiro en la cabeza” hay que visionarla únicamente como una película en su sentido y belleza completa. No es más y va más allá de eso: de una película.

P.D.: Yo, por suerte, la vi con una lectora de labios, como el personaje de “Los abrazos rotos”… o el que también aparece en una película de Masumura, “Giant and toys”
Maldito Bastardo
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