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Estados Unidos Estados Unidos · Raccoon City
Voto de Maldito Bastardo:
3
Acción. Drama. Fantástico Un misterioso vagabundo (Josh Hartnett) y un samurái japonés llamado Yoshi (Gackt) llegan por separado a una ciudad que vive aterrorizada por la banda criminal encabezada por Nicola (Ron Perlman) y una femme fatale (Demi Moore). Cuando se conocen deciden unir sus fuerzas y acabar con ellos, actuando a las órdenes del propietario del Saloon (Woody Harrelson). (FILMAFFINITY)
14 de septiembre de 2011
8 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
El letargo del estreno en salas por falta de distribuidor hasta septiembre de 2011 ha hecho que “Bunraku”, pese a sus caras conocidas en el reparto, tuviera que deambular, como si se tratará de un auténtico combate final, de festival en festival como reclamo publicitario. Entre lo fallido la carencia de personalidad de la película parece sumergirse en los hallazgos de Zack Snyder bajo el beneplácito de ‘rareza’, aunque realmente no sea tal.

Ni un animado teatro de marionetas japonés ni mucho menos una novela gráfica en relieve bajo la cultura del pop-up. La mezcla del espíritu de “Sin City” con ramalazos sacados del musical, Serie B o las películas de artes marciales deambula entre el ridículo y un videojuego escasamente original. Su argumento hace que se quede sin la gracia de “Scott Pilgrim contra el mundo” y con el preocupante y mismo halo de culto que “Ultraviolet” de Kurt Wimmer y “The Spirit” de Frank Miller. Si las intenciones eran hacer otro estupendo popurrí cinema-retro-pop a lo “Kill Bill” Guy Moshe debería haber pensado mejor en una heroína en ese mundo de futuro de machos post-apocalíptico sin armas de fuego donde las bragas únicamente pelean y disparan en los burdeles. ¡Qué película más machista! ¡Ni que fuera el Medievo!

Nicola, el Leñador es el villano pero parece más preocupado de sus profundos diálogos (imitación muy limitada a un Bill sin la empatía de David Carradine) que de mover el esqueleto en su fortaleza zen. Es cierto que la piel envejece mientras que un disfraz nunca muere, pero precisamente Guy Moshe debería haber pensado que muchas de las grandes películas de culto, aparte de una estética distintiva, tienen historias originales por encima de las circunstancias y el paso del tiempo. El cine de gánsteres, el territorio samurái, los espejismos de un fondo el papel de cómic y el pixel como referencia a la cultura del videojuego hacen de envoltorio a “Bunraku” dentro de filme previsible, tópico y dejándolo en la cuerda floja de su estética visual. Llega tarde once años: “Las lágrimas del Tigre Negro” hizo pop el western con una amplia gama cromática y la ayuda teatral del culebrón autóctono. “Bunraku” es consciente de que se dejó las balas y la pólvora desde su teatral introducción y la saturación de la voz en off del narrador la convierte en un macro-trailer sin rumbo de un filme hueco. Hasta “Karate a muerte en Torremolinos” tiene más clase (Guy Moshe le ha copiado descaradamente la esencia de sus títulos de crédito), es más original (sacan a un anciano general en una playa que tendría que haber sido un doble de Jess Franco) y, por supuesto, más divertida (a veces lo cutre no divierte porque simplemente queda cutre).

Para las (y los) fans de la modelo japonesa con pito llamada Gackt Camui.
Maldito Bastardo
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