“Tobi” permanecía oculta en algún lugar de mi memoria. En esa capa o parte donde guardamos nuestros recuerdos de infancia, donde permanecían pequeños fragmentos y ese final.

Volver a ver “Tobi” es reencontrarse con esos fantasmas, confirmar y averiguar porqué ese niño alado ha despertado ese odio en los usuarios de filmaffinity, plasmado en un suspenso vitalicio.

Yo de pequeño quería ser como Tobi: ir en pelota picada por las calles tirándome “pedetes”, cagándome en los cascos de los policías y hacerles una lluvia dorada, tener esa deformación cromosómica digna de un X-men y mis alitas cutres del todo a cien.
Convertirme en una de las gaviotas del PP, hacer anuncios de desodorantes, ser el freak made in Spain, disponer de una frase recurrente y carismática con humor de españolada de cloaca, comprobar la violencia en las aulas de finales de los setenta, hacer gansadas y convertirme en esa ave de corral enjaulada por los mass media como si de Jesulín de Ubrique se tratase.

Sí, yo quería ser Tobi. ¡Y quiero seguir siéndolo, coño!
Por favor, fans de “Tobi” y del bizarrísmo español, den su points a esta obra maestra de la caspa.


- Te dije que no le dieses de comer tanto pollo