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España España · Donostia
Voto de Jmpg2012:
9
Drama Japón feudal, siglo XVI. Adaptación del "Macbeth" de William Shakespeare. Cuando los generales Taketori Washizu y Yoshaki Miki regresan de una victoriosa batalla, se encuentran en el camino con una extraña anciana, que profetiza que Washizu llegará a ser el señor del Castillo del Norte. A partir de ese momento, su esposa lo instigará hasta convencerlo de que debe cumplir su destino. (FILMAFFINITY)
27 de diciembre de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Akira Kurosawa se atreve con Macbeth de Shakespeare en 1957. 28 años después adapta libremente El rey Lear en Ran. Por lo que dicen Los canallas duermen en paz (1960) esta basada levemente en Hamlet. Podemos decir que Kurosawa tiene una predilección por el bardo inglés. También es evidente que sabe trasladar obras de teatro a su cine tan vigoroso, con gran acierto.
Macbeth se traslada desde Escocia hasta el japón feudal del siglo XVI, bajo el nombre de Washizu, y sigue funcionando perfectamente. Yo diría que incluso mejor.
Algunos dicen que es una adaptación muy libre. No opino lo mismo. Narrativamente sigue al píe de la letra lo fundamental de la obra del bardo inglés. La gran variación, el punto de máximo alejamiento de la obra de Shakespeare, es el final. Y hasta ahí puedo leer. Igual digo algo aberrante: pero, para mí, es un final que “mejora” el original.
A ojos de un occidental, el Japón feudal es un período mítico donde las brujas, las leyendas, la bruma permanente, el viento incesante, la magia y la épica son posibles, incluso inevitables. La maquinaria mágica del relato inglés encaja perfectamente en la dramaturgia del genio japonés. No se trata de una adaptación “teatral”, como la de Welles. Es perfectamente coherente con el cine brioso de Kurosawa, heredero del Kabuki, con un Toshirô Mifune cuyas carreras, cabalgadas y desvaríos gestuales nos transmiten una energía cinética llena de la ambición, dramatismo y remordimiento del texto original. Sin olvidar la música absolutamente contemporánea de Masaru Sato que rima con las imágenes.
Pero es que, además, Kurosawa sabe mover la cámara cuando es necesario, emboscarla tras el denso ramaje del bosque, mover coralmente a las tropas o irse a off, o a primeros planos jugando con el espectador a su antojo, con una maestría que embelesa.
Me descubro.
Jmpg2012
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