Vuelve la épica 2.0. Se exhibe la tradicional estructura argumentística que justifica la violencia sin medida que viene a continuación, con unas referencias a los "Siete samuráis" inevitables. Hay, por tanto, un esfuerzo por mantener un espíritu clásico y ajustarse a los cánones. Sin embargo, "13 asesinos" recibe inevitablemente otras influencias del cine más actual, como pueden observarse en una falta de pudor en mostrar las escenas de horror o en la disposición a superar la matanza por encima de "Kill Bill" o "300". La revisión del género se infiltra hasta en las motivaciones de los protagonistas, con un malo y un bueno que son producto de un mundo pacificado, aburrido, y, en último término sin sentido como puede ser quizá nuestro tiempo. Hay una nostalgia de los antiguos tiempos míticos de destrucción y heroísmo, de un mundo auténtico que ahora se remeda en los sucedáneos del cine, el manga o de los juegos de ordenador. Al fin y al cabo, ambos personajes son alternativas posibles en un RPG, donde ser paladín o clérigo maligno es opcional y donde la violencia sublimada se sirve con propósitos lúdicos y estéticos. "Haz lo que quieras", éste es el epitafio, sigue jugando, vuelve a lanzar los dados.
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