Para los amantes de la obra de Stoker, conocedores de Drácula antes de esta película resulta evidente que es la adaptación de más calidad y más fiel que se ha hecho nunca. Despoja a la película de la misoginia del autor para centrarla en un espectáculo de luces y sombras, música e imágenes surrealistas y oníricas que nos trasladan como por arte de magia a la estética modernista de principios del siglo XX. Aprovecha todos los recursos: imágenes que simulan haberse tomado con un antiguo cinematógrafo, metáforas visuales, músicas y diálogos evocadores,... y evidentemente un plantel de actores impecable empezando por una Winona Ryder que como de costumbre donde mejor se desevuelve es enfundada en un traje de época.