Hablar del Padrino es otra cosa, son palabras mayores, es hablar de cine en su máxima expresión, en su máximo potencial, es hablar de la mejor película de todos los tiempos, así de simple.
Francis Ford Coppola muestra la historia de un hombre como muchos, casado, padre de 4 hijos y cuyo mayor prioridad es su familia, pero algo lo distingue, es el patriarca de la mafia de una de las ciudades mas importantes del mundo, Nueva York, con esta sencilla premisa da paso a una historia llena de lealtad, amor, justicia, sinceridad pero también de corrupción, la maldad y la destrucción de los valores.
Situada dentro de un contexto donde la violencia es el pan de cada día, Marlon Brando interpreta a Vito Corleone, jefe de la mafia (en una interpretación de leyenda, tremenda, contundente, con 40 minutos en la pantalla le alcanza para apoderarse de esta), cuando después de ser victima de un atentado de miembros del bajo mundo, su hijo Michael personificado por Al Pacino (excelsa actuación con una mirada y unos gestos que dicen mas que mil palabras) debe tomar las riendas del negocio así como las de la familia.
Con un argumento sólido que nunca decae, una puesta en escena grandiosa, unos diálogos llenos de perfección, escenas memorables y un trabajo de dirección inmejorable, son tres horas del mejor cine que existe, una lección de lo que es el séptimo arte.
No es una película sobre la mafia, es una película de la familia, sus valores, sus lazos, sus enfrentamientos, todas las familias del mundo tienen unos Corleone dentro, de pie todo el mundo ante la obra maestra cumbre en la historia del cine.