Alejandro Gonzales Iñarritu sorprendió al mundo con su ópera prima Amores perros para luego consolidarse con 21 Gramos, siguiendo con su bajón en Babel. Su trilogía del dolor es ya todo un logro dentro de la pequeña carrera del mexicano, y ahora para su cuarta película se enfrenta a dos retos, seguir a flote ya sin un guión de Guillermo Arriaga y realizar una película en tiempo lineal, con un personaje central, en este caso Uxbal interpretado por el español Javier Bardem.

La historia tiene lugar en Barcelona, pero para nada se asemeja a lo que nos mostró Woody Allen en Vicky Cristina Barcelona, aquí es una ciudad más demacrada, retratada de una manera muy cruda y poniendo de manifiesto sus aspectos negativos, pobreza, delincuencia entre otros. El personaje principal Uxbal es un hombre con una enfermedad terminal que busca lo mejor para sus hijos una vez que este se haya ido, todo un drama que busca en el espectador la empatía y la emoción, lamentablemente falla en la narración y en el guión que arroja grietas por muchos lados.

La primera hora es un ladrillazo. Pesada a más no poder, aburrida, el espectador se tarda mucho en meterse en la historia, Iñarritu pierde el ritmo y solo se sostiene gracias a las grandes interpretaciones de Javier Bardem y Blanca Portillo. A partir de ahí las cosas empiezan a fluir pero nunca se encuentra el tono adecuado, en su intento del director de convertirse en poeta las escenas pasan y no sucede nada impactante. Más de una vez se mira el reloj y te das cuenta de que el camino a la muerte es más largo de lo que se puede pensar. Al metraje le sobra al menos cuarenta minutos, excede en su duración.

Afortunadamente no todo es tan malo, hay un par de escenas muy bien logradas, además esos pasajes viendo a Uxbal ser consumido por su enfermedad son agresivos, Iñarritu consigue momentos bastante notables mostrando su crudeza a la hora de filmar que vuelve a demostrar es su mayor atributo como realizador. Mención especial a su soberbio final, poderoso y que emociona, por mucho lo mejor de la película, marca Bergman.

Técnicamente está muy bien hecha con Rodrigo Prieto y Gustavo Santaolalla en los rubros de fotografía y música respectivamente, habituales colaboradores de Iñarritu en sus películas anteriores, pero también decir que no están ni de cerca en sus mejores trabajos.

Biutiful es una película fallida en varios lapsos pero que tiene sus chispazos lo que evita ser sentenciada a una completa decepción, digamos que me la esperaba asi tras la ruptura de la alianza Iñarritu- Arriaga. Sin el escritor, el director muestra sus mayores deslices no solo como director sino también como guionista, espero que algún día pueda regresar al gran nivel de sus 2 primeras películas.