Me da la sensación de que en esta ocasión Kiarostami ha intentado ir más allá de lo normal, de lo que venía haciendo. La ambición ha sido mayor, y el riesgo también.

En ocasiones demasiado lenta, pesada, incluso aburrida. Los diálogos se repiten en ocasiones y las mismas ideas se reiteran demasiadas veces. En principio esto puede suponer un problema, a corto plazo, pero el resultado final justifica lo que la intención de la misma, contar la vida tal cual es.

No sin humor, agobio y algo de patetismo por parte de los personajes, el final es del todo punto una tomadura de pelo por parte del director, pero a la vez un canto a la vida, a olvidar los problemas que nosotros mismos nos montamos a diario, que el cine sólo es un medio con el que contar historias, pero que detrás de él existen multitud de cosas más interesantes. Me ha dado la sensación de que también ha pretendido hacer una especie de autocrítica. Sin duda, es una película que no deja indiferente a nadie.