Lamentable, no se me ocurre mejor manera de empezar la crítica de esta 'obra' tan aplaudida considerada entre las mejores del siglo XXI. Pensar en los pedantes en que nos hemos convertido en este siglo resulta desolador. Me encantaría poder explicar al señor Tarr que la profundidad no es hastío y la poesía efectivamente es observar, pero no observar la observación sin conclusión (perdón por el trabalenguas). Aplaudo sinceramente a la gente que es capaz de verla y captar en ella tantos asuntos transcendentales como el paso del tiempo (cierto que tiempo pasa 150 minutos concretamente... Buffff...), pero en mí opinión (y en la de Samuel fuller) el cine, al igual que la poesía, debe contener emoción. No necesariamente disparos y explosiones. Pensemos por ejemplo en la cotidianidad de la rutina del protagonista de 'Paterson' , se podría decir que no ocurre nada desde el plano narrativo, pero ocurre algo en ese personaje y en su entorno haciéndonos partícipes.
Aquí solo se nos presenta la repetición monótona y patética, tanto de personajes como de su entorno.
Debe dar gusto poder hacer películas sin guión, con gran fotografía eso sí, y que te valoren como maestro cinematográfico, pero amigo esto no es cine, son fotografías con ínfulas.