Solo hace falta acudir a los títulos de crédito para darse cuenta de que el trabajo cinematográfico de Ben Affleck es impecable. La escenificación, los personajes, la fotografía, la caracterización... todo es un trabajo minucioso e increíblemente detallado. Además, Affleck es listo para dos cosas; rodearse de actores veteranos que hacen un trabajo impecable y reservarse para él el personaje más anodino, con lo cual, no da el cante en ningún momento. La historia, una de tantas en los servicios de espionaje de Estados Unidos, nos pone de cara con las tramas diplomáticas cuando el nacionalismo impera por encima de la razón. Aquí no hay buenos ni malos y la presentación lo deja claro; Estados Unidos da cobijo a un dictador y el pueblo de Irán sólo pide justicia. A raíz de aquí, cuando gana el odio y los conflictos se enquistan siempre hay alguien que paga y generalmente es el que menos culpa tiene.