No nos dejemos engañar por la crítica profesional. Tiene una gran historia, con cambios en el tiempo como ya ocurrió en la pasada temporada, infravalorada, pero colosal.
Esta temporada el guionista juega con el argumento mezclando las líneas temporales inicialmente inconexas, las cuales al unirse componen una potente historia, encajando sus piezas con gran maestría.
Los actores no son de portada, pero todos ellos provienen como secundarios de series de gran entidad, los cuales efectúan interpretaciones sobresalientes.
En esta temporada Sam Esmail se desmarca de su dirección, pero aún así deja su potente impronta, pasando a ser productor ejecutivo, aportando a todas luces su forma de trabajar.
La música forma parte del conjunto, acompañando las escenas, aportando el ambiente que merece, siendo muy digna de mención.
Planos secuencias, tomas de cámaras especiales, ambientación de estancias muy realistas cuidando los detalles, recordando constantemente a Fargo.
Esas letras grandes ocupando toda la pantalla, al estilo Mindhunter, las cuales anuncian el inicio de otro espectáculo narrativo, te refresca la mente, recordando que no es otra serie estándar sin alma.
Para mí, es otra serie sobresaliente, la cual pasará de puntillas por encima del gran público, sin pena ni gloria, de las cuales unos poquitos sabrán disfrutarla como se merece.