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Voto de Archilupo:
8
Comedia Un famoso cantante, conocido por su reputación de conquistador empedernido (Dean Martin), llega con su lujoso coche a un tranquilo pueblecito llamado Clímax. Allí viven dos amigos: un fracasado profesor de piano, casado con una bella mujer, y el encargado de la gasolinera. Cuando reconocen al cantante, conciben la esperanza de que pueda ofrecerles una oportunidad para entrar en el mundo de la música. (FILMAFFINITY)
6 de junio de 2008
20 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
El juego de equívocos y la confusión de identidades se ponen en marcha enseguida, con un potente combustible: la suspicacia de un marido celoso, unida a su afán de triunfar como compositor.
El guión le sigue la corriente. Su imaginación desquiciada proyecta sobre la escena (maniquí incluido) mil posibilidades, mezclándolas con la realidad. Claro, que ese marido tiene en casa a una atractiva esposa y a un incontenible cantante playboy, circunstancial invitado.

En la pequeña vivienda coinciden varios personajes, en distintas habitaciones, y unos ignoran la existencia de los otros, o se atribuyen identidades cambiadas, o se hacen pasar por quienes no son…
En varias situaciones, el espectador sabe más que los personajes (sobre lo que les aguarda, sobre tretas que les afectan), lo que estimula su implicación en el desarrollo del argumento.

Hacer que el espectador se meta de lleno en la película es una de las habilidades del tándem Wilder-Diamond, que logra con el de “Bésame, tonto” uno de sus guiones más redondos: un castillo de naipes sobre el que, cuando parece imposible continuar, arman otro, en inesperado equilibrio de duplicaciones, simetrías e intercambios de roles.
Mientras con habilidad e ingenio se suceden giros sorprendentes, tramas paralelas y mutaciones internas de los personajes, diversas instituciones son satirizadas sin timidez: el matrimonio, en especial; representantes eclesiásticos, damas vigilantes de la moral pública, el negocio discográfico…
La música de Previn sintoniza eficazmente con la acción, acentúa su ritmo, lo acelera aún más.

¿Qué le pasa entonces a “Bésame, tonto”, que no termina de ser película redonda?

Conjeturas:
-La elección de la fotografía, en blanco y negro: no obstante buena, se diría que apaga la chispa de un bullicio argumental que pide cromatismo (símbolo: los vecinos de Clímax se aglomeran por costumbre ante un escaparate para ver la TV en color).
-La interpretación de Ray Walston: desentona. Los demás actores se mueven en un registro irónico, templado, netamente de comedia. En cambio Walston, tal vez falto de ‘carisma’, construye demasiado seria y concienzudamente la comicidad de su personaje, resultando más neurótico que gracioso.

En compensación, los excelentes trabajos de Felicia Farr (suave y elegante, su comprensión va años luz por delante del marido) y Kim Novak (sensual y amistosa, fiable y legal) llenan de encanto el film, sus dos horas de diversión inteligente.

(Detalle curioso: sale un 600.)
Archilupo
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