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Voto de Archilupo:
7
6,3
2.668
Drama
Abel vive con su madre en un pequeño pueblo en las afueras de Barcelona. Su vida, gris y monótona, transcurre entre un pequeño negocio familiar de ropa, sus citas con su novia Tere, la casa de su madre, el quiosco de un amigo y los bares del barrio. Siempre los mismos problemas, las mismas caras, las mismas conversaciones. Sin embargo, bajo una apariencia de hombre tranquilo y afable, Abel esconde una oscura, violenta y enfermiza personalidad. (FILMAFFINITY) [+]
26 de septiembre de 2008
32 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
1. Desde lejos, la cámara de Rosales se aproxima gradualmente, como el microscopio del científico que examina insectos y colonias de microorganismos: una ciudad, un barrio, un bloque, un piso, una ventana, un hombre dentro, arreglándose las patillas ante el espejo, el parloteo de la radio al fondo.
Con óptica neutra, impasible, los personajes de la película quedan sujetos a distante observación. Viven existencias usuales, rutinariamente pautadas por conflictos cotidianos, corrientes, todo ello constituyendo una normalidad sobreabundante.
En ella los novios se reúnen cada día para hablar de sus cosas, las entrevistas de trabajo, el ir al teatro o al cine… El cierre de la tienda se levanta cada mañana, se miran pisos en alquiler, se echan cuentas, se estudian traspasos… Hay que casarse a su hora, no perder el tren; vivir igual que todos, como una persona digna… Los sábados por la noche, cena con los amigos, que preparan boda y luna de miel por el extranjero… La madre en la mecedora, las discusiones de pareja, la contabilidad de los gastos, los parientes emigrados, que a lo mejor lo que había que hacer es emigrar…
2. La vida del conjunto discurre como un sistema estable que se reequilibra a través de válvulas de desahogo.
Con la misma narrativa impávida, es mostrada sin énfasis la espeluznante acción psicopática, tratada como un hecho más en el día a día.
La tensión subsiguiente no está en la película, que no varía su tono, sino en el espectador atónito, sacudida su expectativa del modo más brusco.
Instaurada semejante tensión, es imposible hablar de depurado naturalismo, aunque parezca seguir reinando en pantalla.
Aun así, se diría que en ningún momento se altera la rutina del sistema. Continúan los anodinos diálogos. Es aburrido afeitarse cada día. Y sacar la basura. Y calentar los macarrones…
3. Puede que los personajes vistan confortables prendas Rohmer, de tejidos naturales, pero el calzado es Haneke, elegante aunque de horma férrea. A ello se debe que la incomodidad acumulada al final de las horas del día se vuelva agobiante, según va avanzando desde las extremidades inferiores hacia la médula espinal.
(7,5)
Con óptica neutra, impasible, los personajes de la película quedan sujetos a distante observación. Viven existencias usuales, rutinariamente pautadas por conflictos cotidianos, corrientes, todo ello constituyendo una normalidad sobreabundante.
En ella los novios se reúnen cada día para hablar de sus cosas, las entrevistas de trabajo, el ir al teatro o al cine… El cierre de la tienda se levanta cada mañana, se miran pisos en alquiler, se echan cuentas, se estudian traspasos… Hay que casarse a su hora, no perder el tren; vivir igual que todos, como una persona digna… Los sábados por la noche, cena con los amigos, que preparan boda y luna de miel por el extranjero… La madre en la mecedora, las discusiones de pareja, la contabilidad de los gastos, los parientes emigrados, que a lo mejor lo que había que hacer es emigrar…
2. La vida del conjunto discurre como un sistema estable que se reequilibra a través de válvulas de desahogo.
Con la misma narrativa impávida, es mostrada sin énfasis la espeluznante acción psicopática, tratada como un hecho más en el día a día.
La tensión subsiguiente no está en la película, que no varía su tono, sino en el espectador atónito, sacudida su expectativa del modo más brusco.
Instaurada semejante tensión, es imposible hablar de depurado naturalismo, aunque parezca seguir reinando en pantalla.
Aun así, se diría que en ningún momento se altera la rutina del sistema. Continúan los anodinos diálogos. Es aburrido afeitarse cada día. Y sacar la basura. Y calentar los macarrones…
3. Puede que los personajes vistan confortables prendas Rohmer, de tejidos naturales, pero el calzado es Haneke, elegante aunque de horma férrea. A ello se debe que la incomodidad acumulada al final de las horas del día se vuelva agobiante, según va avanzando desde las extremidades inferiores hacia la médula espinal.
(7,5)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Entre los ruidos urbanos de la banda sonora jamás se oyen sirenas, como sin embargo ocurre en la realidad. En ningún momento se siente que el asesino vaya a ser detenido; ni siquiera que esté siendo investigado. Nada distingue sus asesinatos como acciones social ni moralmente anómalas.
Juicio y sentencia corresponden al espectador.
Juicio y sentencia corresponden al espectador.