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Voto de Archilupo:
9
Drama Peter Egerman (Robert Atzorn) comete un horrible crimen: viola y estrangula a una prostituta. Del caso se ocupa el psicoanalista Mogens Jensen (Martin Benrath), pues él ya le había confesado en su consulta su deseo de asesinar a su mujer. A través de una investigación policíaca narrada en forma semidocumental, se va reconstruyendo el inquietante retrato del asesino, un hombre frustrado, sobre todo por el fracaso de su matrimonio, cuya ... [+]
27 de julio de 2010
36 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
1) Tercera película alemana durante el exilio fiscal, Bergman recobra en ella su esencia introspectiva, antes de la aventura de “Fanny y Alexander”. Todo lo que en ésta es disposición comunicativa, transmisión, empatía y universalismo, es en “De la vida de las marionetas” dureza, exigencia, coraje intelectual, radicalidad y desesperación.

2) Prólogo en color, dominante el rojo. Rojas son las bragas de la prostituta, rojo el cuarto donde es asesinada. “Estoy cansado”, musita el asesino antes de su explosión homicida.
Hasta que vuelva el color, con el retorno final de la escena del crimen, se suceden varios episodios en duro B&N, datados en relación al día de autos: 14 días antes, una semana después, 5 días antes, etc. En ellos el criminal es radiografiado desde distintos ángulos, en retrato que trasciende lo individual. No estamos ante quien sufre un pasajero cruce de cables. En su vida aparentemente normal crece un obsesionante impulso homicida.

3) Días antes del crimen Egerman, el asesino, ha visitado lleno de ansiedad a un psiquiatra: quiere matar a alguien, concretamente a su mujer.
La vida íntima desvelada sin eufemismos: el infierno matrimonial, repleto de ofensas y humillaciones, pese al buen funcionamiento sexual y a la libertad que se conceden los cónyuges. Insomnio, alcohol, reproches, pastillas, burlas…

4) En otra de las secciones iniciales el psiquiatra describe a Egerman como un hombre de negocios conocido y respetado, casado, procedente de una buena familia.
Claro, que la posición del doctor no es del todo neutral…

5) El eficaz sistema de capítulos concisos, ceñido cada uno a un momento concreto antes o después del crimen, muestra a la madre de Egerman, quien hablando a cámara deja ver qué particular era con el hijo; a la atractiva esposa y lo tirante de la vida conyugal, aislamiento maquillado con pseudocomunicación; a Tim, el amigo homosexual de la esposa (excelente interpretación de Walter Schmidinger), en una conversación sobre la decadencia y la intimidad, con un gran monólogo junto a un espejo, poderosa imagen; al maquiavélico psiquiatra; al investigador policial sacando informaciones muy reveladoras a todos los anteriores; al propio Egerman dictando a su secretaria una cerebral carta de negocios…

6) Algún capítulo visualiza con fuerza una pesadilla: logradas imágenes oníricas en el meollo del argumento.

7) Tras el periplo que convierte un vulgar asesinato en una indagación psicoanalítica tramada con minuciosidad kafkista (ese enrevesado camino que conduce a la prostituta…), el relato regresa al crimen inicial, restablece el color y lo prolonga en las secuencias finales (el ajedrez contra sí mismo; el osito de peluche…), donde Bergman, en sus insolubles oscilaciones, se decanta esta vez por el lado sombrío y subraya con trazo contundente la soledad y la incomunicación, demoledoramente presentadas como categorías inherentes a la condición humana.
Archilupo
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