Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Archilupo:
9
Drama Adaptación de un relato breve de Leon Tolstoi: "El billete falso". Yvon es un joven que es injustamente acusado de traficar con dinero falso. A partir de ese error judicial, la adversidad dominará su vida. Durante su estancia en prisión, el ambiente en el que se mueve lo va degradando y corrompiendo hasta convertirlo en una persona sin escrúpulos ni principios morales. (FILMAFFINITY)
22 de enero de 2009
76 de 81 usuarios han encontrado esta crítica útil
1) El dinero, grandes billetes en varias escenas, es la sangre que circula por las arterias de esta película. En su recorrido va estimulando codicia e hipocresía, que se cebarán en un trabajador desprevenido, con familia. Pierde el empleo: a la calle, sin más, por testimonios ruines.
Para llegar ahí, el film ha hecho seguimiento preciso de un billete falso y su nefasta propagación. Un estudiante, disgustado porque su padre le niega una paga extra, compra con esos 500 francos en una tienda de fotos. Cuando los comerciantes se dan cuenta, deciden colarle el billete al proveedor de gasóleo. Luego lo negarán ante la policía y el juez, marcando con sentencia ignominiosa al trabajador, cuya vida entrará en barrena.
La máquina penitenciaria ahondará la injusticia y sembrará rebelión, necesidad de venganza proyectada con sordo rencor hacia la sociedad, a lo que intentan oponerse un sabio compañero de celda (“No te involucres en el absurdo del mundo”), y, ya en el exterior, una mujer de pelo gris, dotada de indulgencia y bondad ilimitadas (“Recibirás perdón. Si yo fuera Dios, perdonaría a todo el mundo”).


2) Libre de senilidad, el octogenario Bresson adapta enérgicamente "El billete falso" (Tolstoi), llevando a plena depuración su personal estilo: narración por detalles mínimos, colosales elipsis, diálogos ceñidos a la concisión total, cargada de inimitable elegancia.

Un crucial intento de fuga se cuenta con un plano fijo de una puerta a oscuras; suena una alarma, se enciende una rendija de luz. Se oyen pasos de carreras y una frase en off.
Otro ejemplo: procedente de un pasillo oscuro, alguien enciende la luz del lavabo. Unas manos bajo el chorro del grifo. Camino del sumidero, el agua lleva un tinte rosado. Por el pasillo, ese alguien llega a una sala donde dos personas faltan de su puesto.
Al ser mencionados los milagros, unas avellanas verdes en la palma de una mano pasan a estar peladas tras recorrer la cámara un instante el negro de la chaqueta, en un plano que cruza sutil una frontera del lenguaje y roza el universo de Tarkovski.

Como en toda la obra de Bresson, gran parte del relato se cuenta en sonidos. Hasta los gemidos de un perro son pieza básica del armazón narrativo. La única música son unos pasajes de la “Fantasía cromática” de Bach, ejecutados por un personaje.


3) Junto a la coronación de la maestría artística, Bresson alcanza en esta película la maduración de su pensamiento, que contempla con mirada escéptica la estancia del hombre en el mundo.

“Se tiene miedo a la muerte porque se ama la vida”, comentan lapidarios dos presos.

Distante e impasible, enemigo de expresiones emocionales que distorsionen la pureza de la forma cinematográfica, a Bresson se le nota aquí indignado ante una realidad injusta: el dinero, enseñoreado dios del mundo, impone su ley corruptora y extiende destrucción y desdicha.

La gracia, parece decirnos Bresson, no tiene sitio en este mundo: pertenece a otro, sea cual sea.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Archilupo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow