La gorgona es una ser femenino de la mitología griega cuyo rasgo peculiar es tener por cabello numerosas serpientes y que con su mirada te dejaba de piedra. Y eso es Meryl Streep en Agosto. Una madre despiadada que quiere querer a sus hijas pero que convierte sus vidas en míseras. Un mujer dura, implacable, drogadicta a causa de un cáncer en la boca, sufridora de una vida de infidelidad, de infelicidad y de amargura pero que construye una vida a su tesón. El resultado: una vida artificiosa, mentirosa y amarga. Una amargura que se traslada magistralmente a la pantalla. Agosto es una película desagradable, a veces exagerada en sus tramas pero que se combina con momentos de destellos cómicos bastante lúcidos. Siento predilección por Meryl Streep, pero hay alguien que brilla más si cabe: Julia Roberts. La otrora reina de Hollywood renace interpretando un papel muy sólido, la de una hija que no quiere ser como la madre pero que es el resultado natural de ella. Roberts tiene un aplomo que en pocas películas se le ha visto. Le siguen muy cerca el matrimonio interpretado por Margo Martindale y Cris Cooper, secundarios de lujo que lucen con luz propia en medio del despropósito que es la familia Weston. Mientras Meryl saca a relucir su vulcanismo histriónico (muy justificado esta vez), Roberts le da la justa pausa, el sosiego pero también la voluptuosidad necesaria. Ambas actrices muestran un tour a force extraordinario, que me recuerda a la de la propia Streep con Amy Adams y Phillip S. Hofmann en La Duda. Todo el elenco está asombrosamente espléndido, los diálogos, aunque artificiosos en muchos momentos, son bastantes buenos y no caen los clichés de este tipo de películas de reuniones familiares. Es una película que quizás ya hemos visto en otras ocasiones, con familias reunidas antes una tragedia y que se echan a la cara toda la mierda habida y por haber, con injustas acusaciones y odio sempiterno hacia los progenitores, pero lo que hace especial a Agosto es el odio visceral de la familia Weston que hay entre ellos. No hay dramas especialmente duros, salvo una de las tramas, todo lo contrario, son dramas comunes, situaciones que podríamos vivir en el seno de una familia que guarda demasiado secretos, conocidos y sin conocer. La rabia y el odio transmitido entre madre e hijas es natural en el entorno vivido.

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