Greta Gerwig, por mucho que le pese, está de moda. Musa del mumblecore, esta californiana de 30 años habituada a papeles tragicómicos lleva flirteando con el cine comercial –entiéndase comercial en comparación con sus primeros trabajos– desde hace un par de años. El público la ha podido ¿ver? recientemente en las fallidas "Damiselas en apuros" (2011), "Lola Versus" (2012) o en el filme de Woody Allen "Desde Roma con amor" (2012). También ha protagonizado, entre otras, "Hannah Takes the Stairs" (2007), "Baghead" (2008) o "Nights and Weekends" (2008), películas todas ellas de bajo presupuesto e inéditas en España.

A medio camino entre sus trabajos más independientes y los más comerciales, la semana pasada llegó a la cartelera española –con dos años de retraso– "Frances Ha", una cinta con evidentes reminiscencias a la nouvelle vague y que también puede hacer recordar a los trabajos más iconográficos de Woody Allen.

Co-escrita por la propia Gerwig y el director Noah Baumbach –productor y co-guionista de algunos de los mejores títulos de Wes Anderson y actual pareja de la actriz– "Frances Ha" cuenta la historia de Frances, una neoyorquina de 27 años, bailarina frustrada que descubre cómo su vida se desmorona al ver que todo su entorno social va alcanzando sus metas en la vida salvo ella.

Reflejo de una sociedad en la que los jóvenes con talento se ven perjudicados por un sistema en el que las oportunidades son utopía, la cinta nos acompaña en el viaje hacia la madurez que Frances tendrá que afrontar. Todo empezará en el momento en el que su compañera de piso y mejor amiga decide abandonarla para irse a vivir con otra “amiga” al barrio hipster de Tribeca –porque sí, "Frances Ha", desprende un evidente tufo hipster pese a que Gerwig consigue distanciarse de una forma sorprendentemente honesta de él, sintiéndose más cómoda en el papel de freak soñadora que en el de hipster absurda– algo que le supondrá una decepción y a su vez servirá como catalizador para iniciar un cambio de mentalidad.

En su camino conocerá a una serie de personajes cool que la llevarán a alcanzar una especie de redención –madurar, si se quiere– y que le empujarán a llevar a cabo un viaje introspectivo repleto de momentos tragicómicos y situaciones curiosas.

Lo que podría ser una película realmente odiosa y solo apta para modernos de postín deviene deliciosa gracias a la excelente labor de Greta Gerwig y su personaje con el que seguro muchos de los espectadores –o por lo menos los que tengan la sensibilidad suficiente– se sentirán identificados.