El título de mi critica lo dice todo.

Estamos ante la tercera parte de una trilogía maestra, una epopeya orgiástica de destrucción y adulación de la ultra-violencia que literalmente arrasa con todo lo que sale a su paso. Igual que su protagonista, el gran JOHN RAMBO, M60 al ristre, la película aplasta y barre a todas esas cintas pseudo intelectualoides que solo provocan nausea y somnolencia.

Porque señores, dentro de 300 años, todos sabrán quien era RAMBO, cosa que no se puede decir de las películas adoradas por nuestros entrañables gafa-pastas barbudos. Dentro de 300 años nadie sabrá quien era Birdman, nadie sabrá qué era el hotel budapest, pocos sabrán quien era Amelie o tantas y tantas basuras vacías que se nos intenta vender como la máxima expresión del séptimo arte. La trilogía de RAMBO (y en especial esta tercera parte), representa la novena sinfonía del cine de esteroides y destrucción. Una película que viene de cara y lo dice claro: Sí, soy una película vacía, ¿y que? A diferencia del gran JOHN, las películas mencionadas anteriormente no son más que un ejercicio nauseabundo de hipocresía: Igualmente vacías, pero vendidas bajo una supuesta intelectualidad artística y plástica...


Pues señores hipsters, les invito a ver estos 97 minutos de arte en estado puro y a rabiar tanto como puedan:

RAMBO trascenderá a toda la basura que ustedes adoran.