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España España · a coruña
Voto de Esmiz:
8
Bélico. Aventuras Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), un grupo de prisioneros británicos son obligados por los japoneses a construir un puente. Los oficiales, capitaneados por su flemático coronel, se opondrán a toda orden que viole la Convención de Ginebra sobre los derechos y las condiciones de vida de los prisioneros de guerra. (FILMAFFINITY)
2 de marzo de 2014
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Puente Sobre el Rio Kwai es uno de esos top ten del cine bélico de la segunda guerra mundial que contiene todos los elementos para ser considerada, pues eso, una top ten del genero, pero de ahí a lo que opina un servidor dista no un mundo pero si un rio, soy un fiera, lo sé.

El filme entre una fotografía excelente, un ritmo conveniente para los largos minutos de metraje y unas actuaciones meritorias, a Guinnes le dieron uno de los siete Oscar que se llevo la película, contiene ingredientes que a día de hoy pueden ser vistos de diferentes maneras, desde chauvinismo barato a brava heroicidad, pasando por el clásico panfletazo victorioso visto desde los ojos del que ha ganado la contienda… Los japoneses son lerdos y todo eso. Pero aparte de las remarcables actuaciones de Holden y Guinnes, pese a que parece un niño pequeño defendiendo la construcción de un puente para el enemigo, y de momentos realmente grandes la película guarda otras intenciones totalmente opuestas como son la tenacidad, la superación de la adversidad, el reto mayúsculo, algún trino antibelicista y todas esas “manipulaciones” del cine bélico de posguerra que a uno, al menos a mí, le hacen sentir el calor del cine añejo con esa visión tan veraniega y difuminada de la situación, nadie parece sufrir realmente en el campo de prisioneros y acometen gustosos la construcción de la arquitectura y todo eso, están flacos de comer mal pero nada grave…

Digna de ser recordada, hay que rendirse a la evidencia de una gran película bélica a la que los años le pasan factura de manera adecuada, la visión un tanto infantil de aquellos filmes bélicos donde los alemanes (japoneses en este caso) no jugaban ni a las cartas contribuye a su buen envejecer y que incluso puede a uno alegrarle el día (el silbido y banda sonora de Malcolm Arnold siempre al rescate), no tanto como si se hubiese visto La Gran Evasión pero la podemos dejar entrar en un “ratillo” suelto… Para disfrute y gozo si se quiere, la película lo consigue con denuedo pese a su toque a veces un tanto ingenuo.
Esmiz
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