Le tocaba el turno a esta obra. Y tras haber escrito tantas críticas, buenas, malas y regulares. Con gracia, con sarcasmo, con y sin ganas.
Después de todo me doy cuenta que las palabras se quedan cortas para nombrar las cualidades de esta obra.
Me da por pensar que el cine, dejando de lado aspectos técnicos, se basa en sensaciones. Y a menos que seas un robot o un subnormal profundo de esos que dicen "no entiendo porqué la gente llora en los entierros", esta obra te maravillará.
Te hará reír, llorar, empatizar con los personajes, odiarlos e incluso pensar ciertos aspectos de la vida que creías inamovibles.
Y todo esto con algo que me resulta fascinante. Contar una historia mágica de forma creíble.
El reparto tiene un nivel alto. Y el difunto Clarke Duncan se alza por encima de ellos con uno de los discursos, si no el que más, emotivo jamás visto en una película.
Suma un argumento sólido con un ritmo fascinante que deja pegado al espectador esperando ver más y más.
Terminando para no repetir lo que tantas veces se ha dicho, con esta historia consigues aunque sea por un momento que en un mundo gris hay escondido en algún lugar trazos de color que nos recuerdan lo que es la magia.