George A. Romero y Stephen King. Con estos dos, nada malo puede salir.
Y el conjunto de historias que son el más claro ejemplo de la comedia de terror resultan entretenidas y muy originales.
Para ser de principios de los ochenta es un producto notable ya que los medios eran los que eran.
Pero sobre todo lo más destacable es la originalidad, más si tenemos en cuenta que en el género del terror siempre desemboca en lo mismo.
Puntuar bajo esta obra solo es un síntoma de mente limitada que no valora lo que realmente representa esta película. Un cómic pasado a la gran pantalla con gran acierto y que sus continuaciones han estado a la altura de la original.