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España España · Barcelona
Voto de Adri:
8
Comedia A pesar de tenerlo todo, J. (Sbaraglia) está bajo los efectos de una gran depresión. En cambio, E. (Fernández), que no posee más que un gato, vive apaciblemente a pesar de haber tenido que volver a casa de su madre. S. (Cámara) intenta volver con su mujer (Segura) dos años después de su ruptura. G. (Darín) recurre a los ansiolíticos para intentar comprender por qué su mujer tiene una aventura. P. (Noriega) pretende seducir a una ... [+]
5 de diciembre de 2012
33 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que me fascina del cine de Cesc Gay, es la capacidad que tiene de fotografiar a sus personajes y sus circunstancias con una franqueza y afecto abrumadores. Es un certero retratista de paisajes emocionales cotidianos donde vemos a personas normales en situaciones normales sobrellevando sus problemas particulares. Siempre ha orientado el plumín de su estilográfica hacia la interacción de sus personajes con la cotidianidad y con los demás, a la “reflexión sobre ellos mismos, el momento que viven, sus cosas, sus crisis”, como dice el personaje de Eduard Fernández en Ficció (2006).

Sus películas producen un fuerte impacto emocional por el tremendo apego a la realidad de sus historias. Sin aderezos, sin adornos, sin moldes cinematográficos prefijados, sus relatos navegan por parajes en los que el drama y la comedia, la felicidad y la tragedia, la desgracia y la fortuna se confunden constantemente. Unos parajes que cada espectador puede percibir de una manera u otra dependiendo de la experiencia vital vivida. Gay se aleja de los blancos y negros y empapa a sus filmes de esa amplia gama de grises que ofrece la vida y, en concreto, las relaciones sentimentales.

Si existe un nexo temático común en la filmografía de Cesc Gay, ése se encuentra en las relaciones personales, tan sencillas y tan complejas a la vez. Teje sus narraciones de un entramado afectivo en el que sorprende, sobre todo, la lealtad y la honestidad con la que trata a los personajes masculinos en sus películas, y es ahí donde su último filme cobra entidad.
Una pistola en cada mano muestra a los hombres tal y como somos, sin complejos, sin estereotipos. Cesc Gay lo ha vuelto a hacer y, esta vez, mejor que nunca. Desnuda la figura del hombre desde la sinceridad, el cariño y el humor sutil. Desmitifica todos los tópicos sociales —y cinematográficos— que siempre nos han adjudicado y muestra que los hombres también lloramos y somos débiles, también reconocemos nuestros errores y pedimos perdón y también nos ponen los cuernos y sufrimos en silencio por ello.

Todo ello lo hace a través de cinco historias diferentes contadas en clave de comedia episódica que evita que la película devenga en un melodrama de dimensiones estratosféricas. El talento de Gay como guionista consigue provocar una sonrisa donde correspondería una lágrima sin que ello quite de que, bajo ese tono cómico, aniden verdades como puños.

Muchas veces se ha comentado que Cesc Gay es un director de actores, un director que crea un guión muy personal y sabe sacar el máximo partido de sus intérpretes. Una pistola en cada mano supone el paradigma de esas afirmaciones. El guión que, a diferencia del de En la ciudad (2003) y Ficció que se trataban de ejercicios de contención, pone especial énfasis en la palabra, requiere un especial trabajo de maduración del personaje por parte del reparto actoral que Gay sabe controlar y amoldar a su gusto para conseguir que la cinta salga adelante únicamente con diálogos y el trabajo interpretativo. Aquí no hay grandes virguerías de cámara o espectaculares efectos especiales, sino que lo pequeño, lo sutil o lo íntimo es lo que más cuenta.

No importa si eres hombre o mujer, como tampoco la edad que tengas, lo que Una pistola en cada mano nos está contando nos ha ocurrido a todos en algún instante de nuestras vidas. Alguna vez nos hemos sentido rechazados por otra persona a la que sentimos algo por ella, alguna vez hemos pasado por una difícil situación personal y nos hemos sentido deprimidos, alguna vez hemos hecho el ridículo ante otra persona y nos hemos tenido que tragar nuestro propio orgullo, alguna vez hemos pasado por una crisis de pareja y es que, esos pequeños lances de la vida, esas emociones y sensaciones tan personales es lo que hace grande al cine de Cesc Gay, un director que consigue lo máximo a partir de lo más mínimo.
Adri
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