Una película de esas que no son perfectas ni absolutamente geniales pero que tienen cosas extraordinarias. Por ejemplo el rostro, la belleza y la interpretación de Audrey Hepburn.
Una obra agradable, entretenida y romántica, sin grandes pretensiones -que no se toma demasiado en serio a sí misma-, y que se disfruta gracias al carisma del reparto y a un guión divertido y ligero.