Jaume Collet-Serra se embarca en una película de tiburón con Blake Lively copando toda la trama y que en apenas hora y 20 minutos consigue que todo pase de forma más o menos correcta, con unas imágenes de la playa y del surf muy bonitas y unos efectos más que decentes para este tipo de films. El director consigue crear mucha tensión por momentos y en su conjunto la película está bastante por encima de la media de los productos de este subgénero.