Muy buena. La verdad es que la vida que describe, la de un profesional de la lucha libre, es bien realista y sin concesiones a las lamioserías; se describe al protagonista, al tipo perdedor, al que ha vivido siempre haciendo lo que realmene le ha dado la gana, al sin familia porque no ha querido o sabido responsabilizarse de ésta y que pasado el tiempo sobrevive por la compresión de un pequeño círculo de amigos, todo ello descrito con un realismo de la máxima veracidad.

Mickey Rourke prácticamente no tiene que interpretar, dado que su papel viene a ser en gran parte, incluida la profesión de luchador, más o menos lo que él ha vivido, lo que a él le ha ocurrido en carne propia en buena parte de su existencia. Por tanto como conoce tan bien lo que siente y padece quien se decanta hacia la perdición, las muchas horas pasadas en gimnasios, en luchas falsarias, la afición manirrota del que lo que gana se lo gasta en putas, bebidas o en drogas, en verdad su interpretación es asombrosamente su propio proceder de años y años. Así pues, magnífico, convincente a más no poder.