No es una película al uso. Al principio parece una película más, algo grotesca pero bien proyectada, y cuando se va desvelando todo, es como la pólvora, te corre por las venas y vuelves al origen de lo que realmente eres: músculos, arterias, sangre y casquería, sobre todo ésto último. En ese momento eres tú el que respira, no esos malditos estándares sociales, mercantilistas o moralistas. No es que ésta película te inculque algo, o te lo inocule, si no que te hace recordar lo que tú eres. Éste yo interior, no tiene por qué coincidir con lo que se refleja en la misma, incluso puede ser todo lo contrario, pero aún así lo despierta y te hace querer agarrarlo para siempre porque, en ese instante, estás mirando a los ojos a aquel tipo que realmente eres.