Después de 1124 votos y tras un pertinaz silencio me dispongo a escribir mi primera crítica. Y hete aquí que elijo una peli con una nota a día de hoy mediocre, porqué, pues precisamente por eso, porque veo que tiene demasiados detractores, y eso no puede ser. Espero que este comentario mío le pueda servir a alguien para no pasar por alto esta pequeña maravilla, es decir, me veo obligado a informar. Hay que informar, no queda otra.

La información es poder, es placer y es sobretodo libertad. Así que por la presente hago saber, que The Loneliest Planet no es la quinta entrega de Piratas del Caribe, ni la enésima de Batman; que esta película es una estupenda película cuyo argumento cabe en tres líneas (metiendo paja) (¿Es esto tan malo?); cuyo visionado es un placer estético de gran altura, especialmente si estás interesado en la fabulosa e insospechada orografía de Georgia (la caucásica, esa gran desconocida); con música y sonido de calidad (excepto cuando les da por cantar al calor de la fogata), con buenos actores (¿El georgiano es un actor o un guía de montaña contratado ex profeso? ¿Qué es lo que enamora tanto de la actriz, su extraplanetario cabello rojo o el andar saltando cual cabritilla?) Se podría decir que es como un Haiku audiovisual de casi dos horas de duración, escueto, de montaje contenido y ritmo pausado, muy pausado, muy muy pausado. Parece increíble que se pueda decir tantas cosas del amor de esta manera, pero es así – será porque el amor en el fondo es muy sencillo – nace, crece, se intenta reproducir, y de alguna forma u otra muere ¿o no?

Si no te tiraste por la ventana después de ver The Brown Bunny de Vincent Gallo, si te gusta el cine de Kelly Reichardt, si adoras a Jose Luis Guerin o a Jaime Rosales aunque te parezcan unos psicópatas de la velocidad y el frenesí argumental, si no tienes prisa, si eres aficionado al Trekking, si necesitas volver a creer en el amor pese a todo: No lo dudes, échale un visionado.