Era una mañana de Reyes de 1995, cuando en el salón de casa de un servidor, descansaba un paquete junto al árbol de Navidad. Al abrirlo ya sabiendo qué podía ser (pues siempre fui de escribir carta), mi pequeño mini-yo se topó con aquella preciosa Sega Megadrive y aquel juegazo de plataformas que era Sonic the Hedgehog, lanzado en 1991 y que tantas alegrías me daría.

Hoy Paramount nos ha invitado al pase de prensa de Sonic the Hedgehog, la nueva película del erizo azul y uno que siempre ha sido más de anillos que de setas, se siente más que agradecido.

He de decir, que iba con unas expectativas la mar de bajas. Conocido es ya aquello, de que cuando los fans vieron las primeras imágenes del veloz mamífero, montaron el cólera y se cambió por completo el diseño del personaje. Es por eso que queda bastante claro que, con un proyecto como este, se quería tener en cuenta a ese “fandom” más acérrimo y eso siempre es de valorar.

Es cierto que es una historia tan sencilla que asusta, que el guion deja bastante que desear en muchos aspectos y que tiene algunas carencias. Aunque la estructura narrativa no arriesga y es correcta, hay algunas tomas de decisiones en acciones y personajes, a las que habría que dar alguna que otra vuelta más. Es un film que no ofrece nada nuevo y que incluso visualmente es manido hasta decir basta… pero, sorprendentemente, Jim Carrey hace un Dr. Robotnik (al que van transformando a medida que avanza la historia) al que se le coge cariño. Y no todo el mérito es de Carrey, ya que a fin de cuentas hace una vez más de sí mismo (aunque con la peculiaridad del antagonista, al que no nos tiene acostumbrados). Hay que remarcar que el personaje de Sonic (voz de Ben Schwart) ha quedado adorable y aunque tiene demasiada de la esencia (hasta el punto de oler) de un Spiderman bocazas, se consigue querer al maldito erizo. Un James Marsden un poco descafeinado, pero aprobado y un plantel de secundarios sin mucha sal, que han sido colocados con tino.

Supongo que mucha gente dirá (hay mucha detractora de ello) que es un producto, que se sustenta en la nostalgia de los que crecimos con aquel mando de Sega en las manos. No les faltará parte de razón, ya que la cinta está llena (sobre todo el primer acto y alguna sorpresa final) de guiños para toda una generación de los que fuimos niños en los noventa. Incluso la banda sonora trata bien a un público que, a mi parecer, ha recibido en la sala bastante bien al recolector de anillos. Creo que, como adaptación de la franquicia, es un punto de partida decente para llevar este universo a la gran pantalla.

En definitiva, es un blockbuster que, en mi humilde opinión, hará sobre todo las delicias de los más pequeños. Si a finales de los noventa hubieran sacado Sonic The Movie, creo que todo niño habría querido ir a verla y la habría disfrutado. Bien aclimatada a los tiempos que corren y habiendo actualizado al personaje, no veo por qué eso no pueda darse también ahora. Es posible que igual la franquicia haya perdido algo de fuelle con el tiempo, pero ahí estamos esos treintañeros nostálgicos, de los que hoy en el Palacio de la Prensa soltaban carcajadas con los chistes de Robotnik y arrancaban algún aplauso o “ajás”, cuando nos daban esos guiñitos que los que olían en la sala a naftalina, no han entendido.

La verdad es que el pequeño azul de las colinas verdes funciona. No tiene pretensiones de ser más de lo que es y es bastante divertida. Ideal para llevar a los críos un domingo por la tarde, comerse unas palomitas y pasar un buen rato el fin de semana en familia. Sin con un poco de suerte Papá y/o Mamá, fueron de reventarle la panza a Robotnik en las final stage de la consola de Sega, seguro que disfrutan más que el resto.


Mik J. López
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