Esta interesante película de Boyle no ensombrecerá otras de su excelente filmografía. Una fotografía espectacular y una banda sonora contundente no acaban de cerrar el círculo de una película con unos personajes trabajados pero que los excesivos requiebros en la trama hacen demasiado fácil la pérdida del hilo argumental. Más de una vez a lo largo del film, el espectador puede tener la sensación de que hay algo que se ha perdido, quizás admirando las curvas de Rosario Dawson quizás saboreando la plasticidad de la fotografía de muchos planos junto a la excelente banda sonora de Rick Smith. El hecho es que esta sensación incluso permanece al acabar el largometraje. Un sabor agridulce final que nos deja al comprobar que hemos asistido a un proyecto de excelente película, pero que cojea, y mucho, por un enrevesado y a veces inconexo guión.