Una de las más famosas historias escritas por William Shakespeare es nuevamente trasladada a la gran pantalla. Esta vez a cargo del director australiano Justin Kurzel, quien corre el destino de inmortalizarse como Orson Welles y Roman Polanski lo hicieron, o simplemente quedar en el olvido. Sin embargo, para su suerte (o, debería decir, su capacidad) estamos ante una adaptación digna de memorarse.
Tal y como lo estipula el inglés escritor en su historia, la película marcha dura y cruda a sumirse en la tragedia. El duelo por un hijo fallecido irradia la energía necesaria para introducir a nuestros personajes: Macbeth y Lady Macbeth. En medio de la guerra, el Barón de Glamis logra ver a unas brujas que declaran la promesa de su reinado de Escocia. Banquo, general del ejército y amigo de Macbeth, también recibe una profecía de ser padre de reyes.
Con esta premisa avanza la historia, mostrando paso a paso la evolución del futuro rey y su esposa. Una alegoría sobre la corrupción del alma frente al poder y la ambición se divisa cada vez que la pareja trata de arreglar, por sus propios medios, la profecía que está por cumplirse. Sería una versión de “el fin justifica los medios”. Y así es como asesinatos, traición y duelos inundan el reino de Escocia.
Al ser una obra adaptada en diferentes formatos a través de la historia, Kurzel crea su propia distinción y plasma una brutal entrega cinematográfica, que aprovecha a lo sumo cada recurso a su disposición. El poder visual de la película es inmejorable, con una fotografía impactante por parte de Adam Arkapaw, se conjuga de maravilla con escenarios naturales y una cámara lenta llena de brío.
La música toca una composición de marcha fúnebre directa a la tragedia que representa la historia. Además, posee una ambientación muy bien lograda de la época gracias al diseño de producción y vestuario. Por último, las actuaciones son de gran nivel, con dos talentosos actores a la cabeza: Fassbender y Cotillard, dando interpretaciones vibrantes.
Queda añadir que la línea del tiempo se siente ligeramente perdida en pequeños lapsos, lo que puede afectar la narrativa. Aun así, la historia se comprende en su totalidad debido a su estilo y forma ejecutado con solvencia. Una adaptación esencial para nuestros tiempos.

Calificación: 9 (Excelente)