Empezar la proyección de la película con dos “señoras” en la fila de atrás que una vez finalizados los trailers seguían poniendo verde a todo perro pichi del pueblo y teniendo que pedir que se callaran dos veces seguidas, no es nada estimulante si queremos meternos en la historia que se nos está contando desde el principio.

A pesar del incidente, que una vez pasado las dos mujeres dejaron sus comentarios para la hora del café, que me trastocó un poco, he de decir que estamos ante una comedia dramática británica que intenta mostrar con tono cómico, aderezado de unas gotas de humor negro, dos terribles hechos que ocurren en el seno de una misma familia, por un lado el inminente divorcio de la pareja protagonista y por otro el diagnóstico de una terrible enfermedad al abuelo.

La familia compuesta por un padre y una madre, que están a punto de divorciarse, con dos hijas y un hijo, algo aturdidos debido a la situación de sus padres, se embarca en un viaje a Escocia para celebrar con el resto de la familia y el extravagante abuelo, que sufre un cáncer terminal, el 75 cumpleaños de este último. Una vez allí la premisa de la familia será la de actuar como si todo iría viento en popa para así no alterar al delicado abuelo, pero ya se sabe que los niños no son los mejores socios para mantener algo en secreto. Lo que provocará situaciones límite muy divertidas.

Ante todo hay que destacar el trío de niños protagonista, para mí lo mejor de la película. Tres ingeniosos criaturas que congenian a la perfección con el cansado abuelo y que arrebatan los papeles protagonistas al resto del elenco actoral. También quería subrayar que las tierras altas de Escocia es un espacio realmente increíble para contar cualquier historia.

En definitiva un producto “british” con todos sus ingredientes que en los 95 minutos en que trascurre la historia te arrancará más de una sonrisa, eso sí, si ningún maleducado espectador te lo impide..