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Voto de jorgeimer:
6
Drama. Romance Película dividida en tres episodios sobre el erotismo, la sensualidad y el amor. The Dangerous Thread Of Things, de Michelangelo Antonioni. Toscana. Durante un viaje a la costa, una pareja se enfrenta a crisis de su matrimonio. La pasión del marido se despierta con la aparición de una misteriosa joven. Equilibrium, de Steven Soderbergh. Nueva York, 1955. Un ejecutivo estresado tiene unos sueños eróticos recurrentes con una mujer que no ... [+]
10 de enero de 2008
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando varios directores con vínculos comunes se juntan para realizar una película, suelen acabar dando a luz a un enjendro multiforme que reune lo más detestable de cada uno de ellos. Se puede ver en "Historias de Nueva York", donde Coppola, Scorsese y Allen se parodiaban a si mismos ofreciendo un resultado final, cuanto menos, decepcionante.
"Eros" no se queda atrás. Las dos primeras historias son patéticas. Antonioni, que posiblemente no estaba en las condiciones más optimas para ponerse a dirigir, se recrea en una sucesión de escenas, supuestamente llenas de simbolismo, pero que harán sonrojar a cualquiera que haya sentido alguna admiración por el realizador italiano. Absolutamente infame su capítulo. El bailecito que la actriz se marca al final es la culminación de una historia disparatada y que carece por completo de cualquir tipo de interés.
De Soderbergh casi nada que decir: su capítulo resulta en la misma línea del resto de la filmografía de uno de los realizadores más sobrevalorados de la última década. El rigor con el que retrata una sesión de psicoanálisis es el mismo con el que un guerrillero colombiano analizaría las obras completas de García Márquez. Lo dicho, otro despropósito de un hombre al que han dado mucha más coba de la que sin duda se merece.
Menos mal que al final aparece Wong Kar-Wai con una historia llena de sensibilidad que está perfectamente a la altura de sus obras mayores como "Deseando amar" o "Happy Together". Increible el Hongkones: reinventándose a si mismo con un relato que derrocha genialidad en cada uno de sus planos. Mención especial al último encuentro entre Gong Lee y Chang Chen: se trata de una escena memorable. Cruda pero a la vez, envuelta en un halo de belleza capaz de conmover al más insensible de los seres humanos.
Me estoy imaginando la cara de Wong Kar-Wai al ver los cortos de Antonioni y Soderbergh. ¿Qué he hecho yo para merecer ésto?, pensaría. Su estupenda historia pasará desapercibida por culpa de sus dos compañeros de viaje. Una lástima.
jorgeimer
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