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Voto de jrcheca:
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Comedia. Drama. Bélico
Tres soldados norcoreanos, dos surcoreanos y uno americano, van a parar de manera diferente a un pequeño e inocente pueblo coreano llamado Dongmakgol, en mitad de la Guerra de Corea. Un pueblo donde se desconoce la existencia de tal guerra, un pueblo "inocente" que vive aislado del mundo y de la violencia y crueldad del mismo. Tras un accidentado encuentro entre los soldados del norte y sur, estos enemigos tendrán que colaborar juntos ... [+]
19 de octubre de 2014
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Heroísmo, lírica, el valor de la amistad, el sinsentido de la guerra, mariposas contra paracaidistas, explosiones de granadas que resultan en una lluvia de palomitas, la belleza de cierta locura, un canto a la vida sencilla, al regreso a lo esencial de la existencia y muchos buenos sentimientos, todo esto y más es lo que nos propone una estancia de dos horas en Dongmakgol.
Poco después de declararse el fin de la 2ª Guerra Mundial estallaba la de Corea en 1950, con tropas estadounidenses lideradas por el general MacArthur liderando la contraofensiva de los surcoreanos contra el gobierno comunista del Norte, a su vez apadrinado por China y la URSS. En esta situación nos sumerge esta película de Park Kwang-hyun desde el inicio, con tres soldados norcoreanos huyendo de la masacre de su unidad y dos surcoreanos fugándose a su vez de los rigores del combate. Los cinco coincidirán con un piloto yankee cuyo avión se estrella en el minuto uno del filme, en la bucólica y aislada aldea de Dongmakgol, cuyos habitantes viven perfectamente al margen del mundo exterior, absolutamente ignorantes del conflicto bélico que les asecha y cuya máxima preocupación es cultivar patatas y maíz y su mayor enemigo los jabalíes que estropean la cosecha.
Una loca maravillosa con flores en el pelo, el venerable anciano que rige los destinos del poblado con sabiduría o el maestro local que es el único que conoce algo de lo que ocurre al otro lado de las montañas, son algunos de los personajes señeros de este pueblo fértil en campesinos inocentes y bienintencionados desconocedores siquiera de qué es un arma de fuego hasta que llegan los soldados. Mientras el único occidental se cura de sus heridas tras el aterrizaje forzoso, el primer impulso de los recién llegados será llevar la guerra que traen con ellos a este oasis de paz, sin contar con que será este quien invada sus corazones sin atender al color de los uniformes. La larga escena de encuentro entre las dos facciones, la actitud de los vecinos ante el enfrentamiento y su sorprendente resolución son una buena síntesis del espíritu que impregna la cinta.
Rica en recursos poéticos que aprovechan con destreza el hermoso paisaje en que se desarrolla, esta fábula antibelicista y apologeta de la humanidad consigue captar la atención y mantener el interés sin grandes altibajos añadiendo a la receta sabias dosis de sentido del humor, dramatismo y acción bélica. Según el momento, el espectador puede estallar en carcajadas, hacérsele un nudo en la garganta o tensarse en su asiento, pero lo que es casi seguro es que de un modo u otro resulte conmovido y se lleve consigo el deseo de visitar Dongmakgol y el recuerdo de haber conocido a una galería de personajes verdaderamente entrañables.
Poco después de declararse el fin de la 2ª Guerra Mundial estallaba la de Corea en 1950, con tropas estadounidenses lideradas por el general MacArthur liderando la contraofensiva de los surcoreanos contra el gobierno comunista del Norte, a su vez apadrinado por China y la URSS. En esta situación nos sumerge esta película de Park Kwang-hyun desde el inicio, con tres soldados norcoreanos huyendo de la masacre de su unidad y dos surcoreanos fugándose a su vez de los rigores del combate. Los cinco coincidirán con un piloto yankee cuyo avión se estrella en el minuto uno del filme, en la bucólica y aislada aldea de Dongmakgol, cuyos habitantes viven perfectamente al margen del mundo exterior, absolutamente ignorantes del conflicto bélico que les asecha y cuya máxima preocupación es cultivar patatas y maíz y su mayor enemigo los jabalíes que estropean la cosecha.
Una loca maravillosa con flores en el pelo, el venerable anciano que rige los destinos del poblado con sabiduría o el maestro local que es el único que conoce algo de lo que ocurre al otro lado de las montañas, son algunos de los personajes señeros de este pueblo fértil en campesinos inocentes y bienintencionados desconocedores siquiera de qué es un arma de fuego hasta que llegan los soldados. Mientras el único occidental se cura de sus heridas tras el aterrizaje forzoso, el primer impulso de los recién llegados será llevar la guerra que traen con ellos a este oasis de paz, sin contar con que será este quien invada sus corazones sin atender al color de los uniformes. La larga escena de encuentro entre las dos facciones, la actitud de los vecinos ante el enfrentamiento y su sorprendente resolución son una buena síntesis del espíritu que impregna la cinta.
Rica en recursos poéticos que aprovechan con destreza el hermoso paisaje en que se desarrolla, esta fábula antibelicista y apologeta de la humanidad consigue captar la atención y mantener el interés sin grandes altibajos añadiendo a la receta sabias dosis de sentido del humor, dramatismo y acción bélica. Según el momento, el espectador puede estallar en carcajadas, hacérsele un nudo en la garganta o tensarse en su asiento, pero lo que es casi seguro es que de un modo u otro resulte conmovido y se lleve consigo el deseo de visitar Dongmakgol y el recuerdo de haber conocido a una galería de personajes verdaderamente entrañables.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
He calificado la película de fábula porque sin duda lo es, por un lado está la relativa facilidad con que contendientes de ejércitos contrarios se amigan y en un momento dado traicionan su causa, como hacen los sureños al combatir y matar a sus propios compañeros por defender a sus anfitriones, y por otro la visión positiva e idealizada hasta el extremo con que se contempla la vida rural. Por ejemplo, recuerdo la mezcla de horror y sorpresa con que los dongmakgolianos contemplan una pelea a puñetazos entre dos recién llegados, y no puedo evitar pensar que por muy amables que sean estos campesinos, esa clase de encontronazos es imposible que les sea tan desconocida y/o sorprendente.
Me parece un acierto que entre los militares protagonistas haya un poco de todo, desde el sanitario militar aterrorizado por la violencia al desertor que por cumplir órdenes tuvo que acabar con la vida de inocentes volando un puente, pasando por el oficial casi por casualidad que acepta resignado su responsabilidad, el joven novato y el veterano de vuelta de todo. Todos ellos bastante escarmentados del horror de la guerra y propensos al apaciguamiento y que sin embargo al final en un último acto de valor altruista se aprestan a perder la vida por salvar la del pueblo.
Me parece un acierto que entre los militares protagonistas haya un poco de todo, desde el sanitario militar aterrorizado por la violencia al desertor que por cumplir órdenes tuvo que acabar con la vida de inocentes volando un puente, pasando por el oficial casi por casualidad que acepta resignado su responsabilidad, el joven novato y el veterano de vuelta de todo. Todos ellos bastante escarmentados del horror de la guerra y propensos al apaciguamiento y que sin embargo al final en un último acto de valor altruista se aprestan a perder la vida por salvar la del pueblo.