No puedo poner una nota muy negativa a este trabajo, porque aunque una obra audiovisual te aburra (como me ha pasado durante los quince minutos de duración), es de recibo reconocer algunos aspectos notables de la misma.

En este caso, el cortometraje posee una forma notable (no me parece tan genial como dicen algunos, pero sí bastante conseguida), se percibe un trabajo encomiable por parte del dibujante. Sin embargo, el guión es pobre, no cuenta nada, al menos para mí. Plantea una pregunta, y la respuesta que ofrece es superficial, manida, casi propia de un muro de facebook o manual de autoayuda o filosofía baratilla. No hay profundidad ni algún aporte mínimamente significativo sobre la cuestión planteada, una de las más clásicas y universales de la historia del arte.

Vengo observando en el cine, una creciente obsesión por el perfeccionamiento técnico y visual, en paralelo a una preocupante caída de la calidad de los guiones, a un vacío discursivo muy alarmante. y una tendencia al preciosismo plano, que nos aleja de la esencia narrativa, reflexiva o despcriptiva profunda del mejor séptimo arte.

Prefiero ver los cuadros o ilustraciones "estáticas" de Mielgo, a verlas en movimiento sin un contenido digno de ellas.