Solemne estupidez promocionada engañosamente como comedia negra de humor inglés, de sutileza practicamente inexistente, dotada en la teoría de una supuesta acidez corrosiva, que en la práctica, resulta la misma que la que provoca la fetidez de un pozo negro sin escape de gases. Burda y soez hasta la saturación, no por rubor ni mucho menos, sino por el cansancio de soportar su visionado sin el más mínimo interés, pues todo lo que veo me resulta irreal, lerdo y vacuo, por mucho que quiera dar la impresión de la necesidad de una lectura entre lineas.

Que la raza política de cualquier bando sea, con total seguridad, la que merezca en primerísimo lugar la hoguera, la sosa cáustica o el disparo en la sien, ni se me ocurre ponerlo en duda, yo sería el primero en disfrutar con su aniquilación, pero aquí lo único que visualizo es una larguísima palangana de berzas, anunciada como pieza de gourmet, consiguiendo según parece, engañar tanto a crítica como a personal de a pie, lo cual provoca, al menos en mí, una enorme decepción.

Batiburrillo de una pobreza extrema, muy sobrevalorada, saciada de marionetas y con la misma gracia que un callo con pus.