Buen drama dirigido por el sobrio octogenario Sidney Lumet que destila unas interpretaciones extraordinarias en sus personajes principales, que cuenta con un guión bien hilvanado (aunque, aquí desbancándome de la opinión general, he de decir que no me entusiasman demasiado esos cortes contínuos en la narración, a mi se me hacen bastante coñazos, para en definitiva, constituir una película muy consistente aunque sumamente desagradable y deprimente.

Película madura, con personalidad propia que sabe lo que quiere y cómo lo quiere, dotada de los condimentos de calidad necesarios para constituír un buen plato, aunque, no estaría de más tener a mano un poco de "Almax" para ayudar a su digestión.