Con un Celso Bugallo excepcional y unos compañeros de reparto a los que tampoco se puede poner un solo pero, nos cae del cielo una pequeña perla de acento asturiano, próxima y cargada de entraña, con un mensaje ecológico que nos despereza mientras nos lava la cara y una íntima humanidad que se sienta a nuestro lado, comparte con nosotros su frío y su calor y nos mira a los ojos siempre amistosa, sin cejar de chismorrear retazos de vida con bandazos entre el costumbrismo y la contemporaneidad.

Obra que enarbola dignidad por todos sus poros y genera sensación de dinero bien invertido. Denuncia sin ser cine de panfleto y afecta con su tono castizo, cálido y suave al tacto.

Haced por verla, es buena para la salud.