Un fotógrafo es alguien que escribe y reescribe el mundo con luces y sombras.
Con Salgado viajamos al principio de los tiempos desde la Sierra Pelada y recorremos la humanidad con su mirada introspectiva, desde la esclavitud aparejada al deseo de ser rico hasta las múltiples formas de violencia de las que es capaz el ser humano. Después de ver "La sal de la tierra" es preciso un tiempo para asimilar tantas realidades a las que nos trasladan las imágenes de Salgado, un respiro para digerir el cúmulo de sensaciones que produce esta obra.
El relato sereno que hace el propio fotógrafo de las tragedias que ha retratado a lo largo de su carrera dota de una gran veracidad y honestidad el documental, e impacta hondamente en el espectador. Su rostro y su voz sobrios, sobre un fondo negro, contando a la cámara una vida cargada de experiencias extremas, de decisiones valientes, y de testimonios visuales contra la injusticia que aparecen en pantalla, nos permiten comprender que estamos ante un artista comprometido con su época, convertido en testigo de muchos de los dramas que más han degradado al hombre en las últimas décadas. Su mirada escudriña la condición humana mostrándola con una belleza plástica que choca violentamente con la crudeza del daño que provoca, y nos impide reaccionar con indiferencia.
La necesidad de distanciarse de tantas vivencias que lo marcaron con un daño emocional severo le hace volver la mirada hacia la naturaleza, un refugio seguro ante la infinita capacidad de devastación del ser humano, y alcanzar la cumbre creativa que supone Génesis.
La combinación de elementos históricos, geográficos, sociales, y antropológicos convierten este documento en una pieza clave para entender muchos procesos históricos de los últimos cincuenta años, y las causas de distintos conflictos con los que convivimos actualmente.
En cuanto a los valores artísticos, más allá de las propias fotografías de Salgado que son obras de arte, el ritmo narrativo es un gran acierto -a cargo de Wim Wenders-, el encuadre sobre el propio Salgado, y la expresividad de un blanco y negro lleno de matices hacen de "La sal de la tierra" una obra imprescindible.