La relación entre el cineasta y el espectador se construye en torno al pacto de lectura. El cineasta sitúa la película en un contexto determinado (género, fotografía...) que ayuda al espectador a interpretarla adecuadamente. Si el cineasta rompe el pacto, el espectador queda desorientado. Y éste es el principal problema de "Promoción fantasma". La película no termina de asentarse en ningún punto determinado, alternando entre una comedia gamberra y una de Disney Channel, con trazos al más puro estilo Scooby Doo, mezclado con dramas propios de series españolas y condimentado con momentos "chanantes". El resultado es una historia que conectará contigo en determinadas escenas pero que te provocará unas ganas terribles de salir de la sala en la siguiente. Un regusto demasiado amargo para una película que sólo debería tener un objetivo: hacerte reír.

Lo mejor: algunas escenas.
Lo peor: el resto de escenas.