Dave Filoni sabe lo que hace. Se le nota el amor, el cariño y el respeto a la historia que George Lucas empezó a contarnos allá por 1977. De entre todos los productos Disney, y digo productos con intención, pues queda claro que lo único que les importa es el beneficio económico y nada más, esta serie hace serie (perdón por el chiste malo) con pequeñas joyas como El mandaloriano, Clone Wars o Rebels.
Si la Star Wars de Lucas atrapa la imaginación, no es tanto por las naves, las explosiones o los sables de luz, sino porque sabe contar lo más humano, con sus dilemas y conflictos, en ese entorno de "futuro usado" que Lucas supo crear.
En ese sentido, Filoni logra elevar el listón. Con mucho respeto a la herencia de Lucas, nos regala pequeñas obras de arte que añaden profundidad a las historias que ya conocemos. Personajes importantes en otros instantes de sus vidas, que muestran su evolución, sus conflictos y dudas. Todo ello, contado en un lenguaje que también conocemos (la estética de esta serie es la misma que la de Clone Wars), aporta perspectiva y, sobre todo, humanidad (en sentido amplio, claro. Incluyo a togrutas, humanos, y demás especies galácticas). En fin, hermosa forma de ampliar el universo Star Wars que va en dirección opuesta al horror y vergüenza de los episodios siete, ocho y nueve. Parece que en Disney están empeñados en hacernos olvidar toda esa bazofia. Un poco tarde, no obstante... Pero aun así, gracias a Dave Filoni por esta serie.