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España España · MÓSTOLES
Voto de Lucman:
10
Drama Tras un divorcio difícil, Lucas, un hombre de cuarenta años, ha encontrado una nueva novia, un nuevo trabajo y trata de reconstruir su relación con Marcus, su hijo adolescente. Pero algo empieza a ir mal: un detalle cualquiera, un comentario inocente y una mentira insignificante que se extiende como un virus invisible sembrando el estupor y la desconfianza en una pequeña población. (FILMAFFINITY)
2 de mayo de 2013
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Wintenberg ha hecho una película desafiante y valiente.Es la primera vez que me aproximo a su cine, y he salido con el convencimiento de que estamos ante un valor del cine escandinavo. Tal vez, junto com Bergman, uno de los pocos que ha sabido plasmar con la penetración y destreza de un cirujano el mundo de pseudovalores en que se mueve una sociedad que ha alcanzado un alto desarrollo en su nivel de vida cotidiana, pero que adolece de otros aspectos necesariamente válidos.

Un pueblo pequeño, unos vecinos con vidas aburridas, mediocres, que comen y beben hasta hartarse como paliativo recurrente a la monotonía de su existencia. Un parvulario regentado por una madurona puritana y sexofóbica. Una niña soberbia y caprichosa, capaz de manipular inpunemente la realidad. Un hombre calumniado y humillado que trata de defenderse de una absurda acusación. Un adolescente que quiere a su padre pero le exige un comportamiento más valeroso. He aquí el escenario que nos ofrece Wintemberg como gran maestro de ceremonias, bien acompañado de un plantel de actores en el que destacan sin discusión, el protagonista: M. Mikkelsen (Lucas), y la niña: Annika Wedderkop (Klara).

El viejo tópico de : "los niños dicen la verdad", queda abolido por una realidad que lo desmiente a cada paso.En el fondo conocemos su juego, pero lo aceptamos cobardemente.Los niños mienten, han mentido y lo seguirán haciéndolo. Simplemente son egoistas y les sobra imaginación para meter trolas cuando algo les contraría. El problema radica en que queramos seguirles el juego, justificando así nuestra mala conciencia.

La calumnia de Klara sirve a la perfección para justificar la postura moral de una directora de guardería irrealizada como mujer, que, aún dudando de la veracidad de la historia siente el profundo deseo de verla convertida en realidad; es su venganza hacia el hombre.

La amistad que aparentemente une a la "comunidad", es tan falsa como la acusación de la niña. La "camaradería" hacia Lucas tejida en aras de una amistad de toda la vida, se desmorona como un castillo de arena ante el primer soplo de la pequeña. Nuestro protagonista pasa de ser el amiguete de siempre, el colega, a convertirse en un indeseable pederasta al que hay que destruir incluso en sus cosas más queridas -la muerte de su perra-.

Esa es una de las lecciones que nos ofrece el danés, otra; la reacción del propio Lucas, desconcertado al principio, a la defensiva después, pero en el fondo, hecho de la misma pasta que los otros. Lo que comprobamos con su borreguil regreso a la manada, una vez deshecho el entuerto de la pequeña harpía.

Pero el director, y es aquí donde juega una de las mejores bazas de su film, nos reserva al personaje del hijo del acusado, un muchacho necesitado de afecto, sensible, noble y valiente, que comparte los avatares de su padre sin dejarse influir por las insidias de los otros -magistral la escena en la casa de Klara-,y ofreciéndonos una respuesta, en los momentos finales, que no puede dejar de sorprendernos. Lo que es, sin duda,la mejor lección que nos regala Witenberg con su excelente película.

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Lucman
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